En mi música cantan los ríos y los mares del gran Brasil.
Me interesa lo que superficialmente no parece artístico. Por eso mi primer libro fue un mapa de Brasil, un Brasil que fui "peinando" en mis viajes, ciudad por ciudad, estado por estado, bosque por bosque, penetrando en el alma de la tierra. Después, la personalidad de la gente de esa tierra. Continué comparando mis estudios con las composiciones extranjeras y encontré algo capaz de apoyar y sostener mi personalidad y mis ideas.
Las dos primeras frases que traemos a nuestro blog por este año nos presentan a un autor tan interesante como prolífico: Heitor Villa-Lobos, el mayor compositor de Brasil. ¿Por qué estas dos frases? Porque en sí mismas definen lo que fue y sigue siendo este magnífico compositor: un músico heredero de la tierra en la que le tocó vivir, Brasil (inmenso país que guarda entre sus fronteras un riquísimo folklore), que no deja de mirar al mundo musical de su época, incorporando el lenguaje musical del S. XX con gran maestría.
En sus años de juventud Heitor Villa-Lobos emprendió un gran viaje por todo Brasil, sobre todo las regiones del Nordeste, a lo largo del cual recogió muchas de las músicas que después incorporaría a sus creaciones. Le interesaba todo cuanto nacía del pueblo. Y es que el pueblo brasileño fue siempre un pueblo muy musical, en el que se mezclaban por igual los elementos indígenas, los elementos europeos y los elementos africanos, los tres sectores que componían y componen su población. Muchas de las melodías brasileñas continúan hoy vivas gracias a esta labor de recopilación de nuestro compositor y de otros folkloristas dedicados a esta tarea.
Lo hermoso de Heitor Villa-Lobos fue cómo supo engrandecer aún más este legado de siglos elevándolo al rango de arte.
Heitor Villa-Lobos, el mayor compositor de Brasil y de toda Latinoamérica, murió el 17 de noviembre de 1959, hace ahora 50 años.
