Ayer comenzó la tarde con la triste certeza de tu muerte, Enrique. ¡Qué poco podíamos imaginar que te irías tan pronto! Hace tan pocos días que celebrábamos la alegría del reconocimiento de tu Flamenco, de nuestro Flamenco, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad... Entonces tú te alegrabas, y nosotros contigo, y manifestabas tu contento en los medios de comunicación. "La humanidad ya es patrimonio del Flamenco"... Ésa era tu sabia frase entonces, que nosotros añadimos al blog para que nos sirviera de reflexión. ¡Qué hermoso juego de palabras, Enrique! Sólo las grandes personas son capacer de crear arte a cada momento. Tú eras una de ellas.
Pero hoy te has ido, ya te has ido... ¡Qué difícil se nos hace aceptar que no estás, que ya tu voz y tu mente no imaginarán nuevas rutas para el Flamenco! No, ya no estás, pero es tanto lo que has dejado... Las huellas que has dibujado en este camino son tan profundas que tu rastro será seguido por las generaciones futuras, que verán en ti un espejo indispensable en el que mirarse.
Gracias, gracias, Enrique, por amar el Flamenco tanto como lo amaste.
Toda Granada se siente extraña, como si un mal sueño la acechase y esperase despertar de él lo más rápido posible. También nosotros, en nuestro centro de Fuente Vaqueros, nos hemos parado unos minutos para pensar en ti y recordarte. Toda la comunidad educativa nos hemos reunido en el vestíbulo de nuestro instituto y hemos guardado un minuto de silencilo para homenajearte, Enrique. Federico, nuestro poeta, al que tú tanto amaste, pierde contigo a un gran amigo que siempre trató de embellecer aún más el legado inmenso de sus palabras. Fuiste siempre tan valiente que para cantar a Federico te atreviste a unirte a gente tan lejana del Flamenco como Lagartija Nick, si ello contribuía a abrir nuevas rutas o atraía nuevas voces hacia el que ya tú, sin reconocimientos oficiales, considerabas patrimonio de la humanidad. O aquella vez que te uniste nada menos que a Pat Metheny, atrayendo para el Flamenco las sonoridades amigas del Jazz. En ese instante era la Alhambra la que te envolvía, y bien hermoso que resulta. ¡Ay, la Alhambra! ¡Qué sola se ha quedado! Ya nunca volverás a mirarla desde tu ventana.
Te empeñaste tanto en encontrar a tu estrella que te la encontraste en tu propia casa. ¡Qué grande eres, Enrique!
Hoy has querido ir a buscarla al mismo cielo. Tal vez querías bajarnos una de esas que tanto brillan en el firmamento. Pero no hacía falta, Enrique. Te has ido a por ella y ya no has vuelto. Nosotros te queríamos aquí, te necesitábamos aquí, con tus sueños imposibles, retándote contigo mismo para dar forma a las nuevas ideas, a los nuevos proyectos que, incansables, rondaban tu mente. Hiciste tantas cosas... que va a ser imposible olvidarte.
Tu último sueño, Picasso. Como quien aguarda a un amigo, esperamos ansiosos su llegada. Tu último deseo, Enrique. Tu último deseo, amigo. ¡Qué difícil va a ser olvidarte!
Nos quedamos con tu imagen de hace algunos años, cuando comenzabas a soñar en medio de la música y tu fe inquebrantable. ¡Qué joven estabas entonces, Enrique! Te acompañaba Pepe Habichela a la guitarra y tu voz soñadora cantaba por alegrías...
... la alegría que nos has dejado, amigo.
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